miércoles, 26 de mayo de 2010

199 Aniversario de la Toma de Tixtla...

"199 Aniversario de la Toma de Tixtla por el Ejercito Insurgente al mando del Gral. Morelos"

El día 8 de noviembre, al otro día de haberse incorporado Guerrero a las fuerzas de Morelos, salieron de Tecpan, y en la hacienda del Zanjón, propiedad de los Galeana, se unen a Morelos el resto de los hermanos Galeana seguidos de seiscientos hombres, entre peones y amigos.

Para el día 9 de aquel mes los efectivos sumaban un poco más de dos mil hombres, armados de fusiles, escopetas, lanzas, flechas, hondas y palos.

Posteriormente, se encadenaron las acciones victoriosas de Llano Grande, San Marcos, Las Cruces, la Sabana y otras importantes acciones.

El 3 de mayo Morelos ordena la salida hacia Chilpancingo, plaza que arrebata al comandante español de apellido Garrote el 24 de mayo. Allí se le unen los Bravo, ricos propietarios de la Hacienda de Chichihualco.

Ya con nuevo contingente, Morelos planea el ataque a Tixtla, vecina población donde se había refugiado Garrote.

La plaza fue atacada y tomada el 26 de mayo de 1811.

Allí en Tixtla, antes de iniciar el ataque y después de escudriñar con su catalejo la posición de enemigo; en tanto lo rodeaban los jefes de más alta jerarquía, Morelos reclamó la presencia del lugareño. Capitán Guerrero- le dijo Morelos-usted es de Tixtla y conoce mejor que nosotros la disposición de las calles y los puntos por donde puede tener mayor éxito nuestro ataque, si se considera que hay que ahorrar vidas y municiones.

Guerrero dio todos los pormenores de los que tenía conocimiento y señaló, principalmente, el cerrito “El Calvario” como punto estratégico “por ser la mayor y mas próxima prominencia de la plaza”.

Morelos, sin despegar la vista de su anteojo, concentro su atención sobre el cerro señalado. Sobre los recios parapetos y trincheras de piedra, los artilleros realistas, prevenidos de la proximidad de las fuerzas insurgentes, tomaban las precauciones necesarias. Morelos sin dejar de manifestar cierta admiración por lo preciso de los informes de su oficial y sin poderlo evitar, a pesar de la tensión del momento sonrió, consultó su reloj y ordenó el ataque diciendo: ¡A las doce comeremos en Tixtla!

Atronaron los cañones, dispararon los fusiles, sables y machetes surianos fueron desenvainados. Se hizo general el combate entre gritos de júbilo.

Los oficiales del ejército insurgente cumplieron con fidelidad las órdenes recibidas por Morelos. El comandante realista con su ejército diezmado y cargando su derrota se dirigió a Chilapa. Morelos satisfecho por la victoria obtenida reunió a sus capitanes para agradecer su heroica acción. Arriba, en la torre, sonaban las doce del día. La orden de Morelos se había cumplido.


Publicado por: H. Melisa González Véjar.

viernes, 7 de mayo de 2010

Ignacio Manuel Altamirano

Ignacio Manuel Altamirano (Tixtla, Guerrero, México, 1834 — San Remo, Italia, 1893) fue un escritor, periodista, maestro y político mexicano.

Nació en la población de Tixtla, Guerrero, en el seno de una familia de raza indígena pura, su padre tenía una posición de mando entre la etnia de los chontales. En el año de 1848 su padre fue nombrado alcalde de Tixtla y eso permitió al joven Ignacio Manuel, que a la sazón contaba con 14 años, la oportunidad de asistir a la escuela.
Aprendió a leer y a escribir, así como aritmética en su ciudad natal. Realizó sus primeros estudios en la ciudad de Toluca, gracias a una beca que le fue otorgada por Ignacio Ramírez, de quien fue discípulo. Recibió cátedra en el Instituto Literario de Toluca. Cursó derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. Perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Nezahualcóyotl, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Liceo Hidalgo, el Club Álvarez.

Gran defensor del liberalismo, tomó parte en la revolución de Ayutla en 1854 contra el santanismo, más tarde en la guerra de Reforma y combatió contra la invasión francesa. Después de este periodo de conflictos militares, Altamirano se dedicó a la docencia, trabajando como maestro en la Escuela Nacional Preparatoria, en la de Comercio y en la Nacional de Maestros; también trabajó en la prensa, en donde junto con Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez fundó el Correo de México y con Gonzalo Esteva la revista literaria El Renacimiento, en la que colaboran escritores de todas las tendencias literarias, cuyo objetivo era hacer resurgir las letras mexicanas. Fundó varios periódicos y revistas como: El Correo de México, El Renacimiento, El Federalista, La Tribuna y La República.
En la actividad pública, se desempeñó como diputado en el Congreso de la Unión en tres períodos, durante los cuales abogó por la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria. Fue también procurador General de la República, fiscal, magistrado y presidente de la Suprema Corte, así como oficial mayor del Ministerio de Fomento. También trabajó en el servicio diplomático mexicano, desempeñándose como cónsul en Barcelona y París.

Abogó y sentó las bases de la instrucción primaria gratuita, laica y obligatoria a partir del 5 de febrero de 1882. Fundó el Liceo de Puebla y la Escuela Normal de Profesores de México; y para el mundo en general, escribió varios libros de gran éxito en su época, al cultivar diferentes estilos y géneros literarios. Sus estudios críticos se publicaron en revistas literarias de México.
Existe una recopilación de los discursos de Ignacio Manuel Altamirano. Amó las leyendas, las costumbres y las descripciones de paisajes de México. En 1867, comenzó a destacar por lo magistral de su obra, orientó su literatura hacia la afirmación de los valores nacionales, y destacó también como historiador literario y crítico, que fue el abanderado de varias generaciones.
Murió en Italia en 1893, en una misión diplomática. Con motivo del centenario de su natalicio, sus cenizas fueron depositadas en la Rotonda de las Personas Ilustres en la Ciudad de México.Se creó la medalla "Ignacio Manuel Altamirano" con la finalidad de premiar los 50 años de labor docente.