El día 8 de noviembre, al otro día de haberse incorporado Guerrero a las fuerzas de Morelos, salieron de Tecpan, y en la hacienda del Zanjón, propiedad de los Galeana, se unen a Morelos el resto de los hermanos Galeana seguidos de seiscientos hombres, entre peones y amigos.
Para el día 9 de aquel mes los efectivos sumaban un poco más de dos mil hombres, armados de fusiles, escopetas, lanzas, flechas, hondas y palos.
Posteriormente, se encadenaron las acciones victoriosas de Llano Grande, San Marcos, Las Cruces, la Sabana y otras importantes acciones.
El 3 de mayo Morelos ordena la salida hacia Chilpancingo, plaza que arrebata al comandante español de apellido Garrote el 24 de mayo. Allí se le unen los Bravo, ricos propietarios de la Hacienda de Chichihualco.
Ya con nuevo contingente, Morelos planea el ataque a Tixtla, vecina población donde se había refugiado Garrote.
La plaza fue atacada y tomada el 26 de mayo de 1811.
Allí en Tixtla, antes de iniciar el ataque y después de escudriñar con su catalejo la posición de enemigo; en tanto lo rodeaban los jefes de más alta jerarquía, Morelos reclamó la presencia del lugareño. Capitán Guerrero- le dijo Morelos-usted es de Tixtla y conoce mejor que nosotros la disposición de las calles y los puntos por donde puede tener mayor éxito nuestro ataque, si se considera que hay que ahorrar vidas y municiones.
Guerrero dio todos los pormenores de los que tenía conocimiento y señaló, principalmente, el cerrito “El Calvario” como punto estratégico “por ser la mayor y mas próxima prominencia de la plaza”.
Morelos, sin despegar la vista de su anteojo, concentro su atención sobre el cerro señalado. Sobre los recios parapetos y trincheras de piedra, los artilleros realistas, prevenidos de la proximidad de las fuerzas insurgentes, tomaban las precauciones necesarias. Morelos sin dejar de manifestar cierta admiración por lo preciso de los informes de su oficial y sin poderlo evitar, a pesar de la tensión del momento sonrió, consultó su reloj y ordenó el ataque diciendo: ¡A las doce comeremos en Tixtla!
Atronaron los cañones, dispararon los fusiles, sables y machetes surianos fueron desenvainados. Se hizo general el combate entre gritos de júbilo.
Los oficiales del ejército insurgente cumplieron con fidelidad las órdenes recibidas por Morelos. El comandante realista con su ejército diezmado y cargando su derrota se dirigió a Chilapa. Morelos satisfecho por la victoria obtenida reunió a sus capitanes para agradecer su heroica acción. Arriba, en la torre, sonaban las doce del día. La orden de Morelos se había cumplido.
Publicado por: H. Melisa González Véjar.
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